Demasiada cantidad hace que los riñones no hagan bien su función; no pueden ir tan rápido. Hace unos días, una mujer murió por beber mucha agua.
Ya sabíamos que beber poca agua es malo, pero se nos escapaba que, al contrario de lo que se pueda creer, tomar mucha también puede serlo.
Según publica la BBC, varios expertos aseguran que beber demasiada agua puede causar inflamación en el cerebro, evitando así que éste regule funciones vitales como la respiración, lo que causa la muerte.
¿Cómo es el proceso?
La cantidad de agua que se ingiere debe estar regulada para poder controlar los niveles de ciertos componentes de la sangre, por lo que, si tomamos demasiada, los riñones no son capaces de funcionar lo suficientemente rápido, provocando una dilución de los niveles de componentes como el sodio, el potasio y el cloro.
"Estos componentes están involucrados en la actividad contráctil de los músculos", explica a la cadena el doctor Erik Díaz.
"Si no están en una relación adecuada en la sangre y si se diluyen demasiado, también ocurre una dilución de los componentes en el interior de las células, pudiendo provocar problemas a nivel cerebral, cardíaco o respiratorio", concluye.
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